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jueves, 13 de enero de 2011

El bosque y su importancia


Los bosques constituyen uno de los ecosistemas más valiosos del mundo. Contienen más del sesenta por ciento de la biodiversidad del planeta que, además de su valor intrínseco, tiene otros múltiples valores sociales y económicos: desde las importantes funciones ecológicas del bosque en términos de protección del suelo y de las cuencas, hasta el valor económico pecuniario y no pecuniario de los numerosos productos que pueden extraerse del bosque. Para muchos indígenas y pueblos que dependen de él, el bosque constituye su sustento; los abastece de plantas comestibles y medicinales, de carne de animales silvestres, frutas, miel, refugio, fuego y varios otros productos, y en torno a él erigen sus valores culturales y espirituales. A escala mundial, los bosques desempeñan un papel crucial en la regulación del clima y constituyen uno de los principales sumideros de carbono del planeta. Su supervivencia, pues, impide el aumento del efecto invernadero.

Los bosques ya han desaparecido en muchas partes del mundo, y los índices de deforestación mundial llegaron hasta 15 millones de hectáreas por año solamente para los bosques tropicales durante la década del 80. En la mayor parte del mundo la deforestación se aceleró durante la década del 90. En este sentido, conviene destacar que los índices de deforestación tienden a oscurecerse por la ambigüedad que existe en torno a la definición del bosque. La última definición de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), formalmente el principal órgano responsable de los bosques dentro del sistema de las Naciones Unidas, es tan amplia que de hecho la mayor parte de las superficies urbanas verdes pueden ser consideradas grandes ecosistemas de bosques. Es así que pocas veces se tiene en cuenta la sustitución de valiosos ecosistemas de bosques primarios por plantaciones de monocultivos -en muchos casos de una especie arbórea foránea como el eucalipto o el pino- o por bosques biológicamente pobres. Gran parte de Europa, por ejemplo, perdió la mayoría de sus bosques primarios durante el siglo XIX. Sin embargo, los últimos informes de la FAO establecen con entusiasmo que hay un aumento de los bosques boreales y templados en esta región. Pero una parte sustancial de este "bosque" tiene una producción biológicamente pobre y carece de sotobosque, de biodiversidad edáfica original y de la mayoría de especies originales de aves, mamíferos y reptiles. En realidad se acercan más a plantaciones de monocultivos que a bosques verdaderos. 

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